Un investigador de la Universidad de Manchester (Reino Unido) ha descubierto una partitura inédita de Beethoven. La composición musical fue escrita hace 192 años y, según el musicólogo Barry Cooper, artífice del hallazgo, "al igual que la Missa solemnis en re mayor, la música probablemente se compuso para el Archiduque Rodolfo de Austria". Su representación, en caso de que se hubiese llevado a cabo, se habría realizado durante la ceremonia en la que se le invistió como Arzobispo de Olomouc (República Checa), sugiere el investigador.
Lo más sorprendente de esta composición, según su descubridor, es que no suena a Beethoven. "Si no la hubiera observado escrita con su propia caligrafía, incluidas las correcciones, no hubiera creído que fuese suya", asegura Cooper. "Supongo que probablemente nadie se había percatado de ella hasta ahora debido a que el primer pentagrama se canta sin acompañamiento, no está registrado, por lo que la melodía es mucho menos reconocible", añade.
El descubrimiento de esta rara pieza musical también revela la primera ocasión en la que Beethoven utilizó su conocido estilo coral lento. De él existe un claro ejemplo en su cuarteto de cuerda número 15 en la menor Opus 132, compuesto en 1825 y reconocido como una obra maestra. La melodía recuerda a una versión de Pange lingua, incluida aún en ocasiones en la liturgia actual.
A Ludwig van Beethoven se le considera uno de los compositores más famosos e influyentes. Sus obras más populares incluyen 9 sinfonías, 5 conciertos para piano, 32 sonatas para piano y 16 composiciones para cuarteto de cuerda. También compuso distintas piezas de cámara, trabajos corales y otras melodías. Todo ello resulta aún más meritorio si se tiene en cuenta que comenzó a perder capacidad auditiva a los veintiséis años, pese a lo cual no dejó de componer, dirigir y ejecutar música incluso tras perder el sentido del oído por completo. A sus cincuenta años se le reconocía en toda Europa como el mayor compositor vivo.
La razón de su sordera no se conoce pero se ha atribuido a causas como el tifus, una enfermedad autoinmunitaria (como el lupus eritematoso sistémico) e incluso a su costumbre de sumergir su cabeza en agua fría para permanecer despierto.
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