martes, 24 de enero de 2012

¡Sobrevivieron a su pena de muerte!

En 1802 un soldado de nombre Mariano Coronado fue condenado a la pena capital por robo y homicidio. En la plaza mayor en Valladolid España, se ahorcó a Mariano. Una vez ahorcado y creyendo que su alma había ascendido definitivamente, se bajó el cuerpo de la horca, las hermanas de la caridad se hicieron cargo del cuerpo que iba camino al féretro cuando movió una mano.

Volvió a la vida poco a poco y las monjas se encontraron con un dilema ¿Lo reahorcamos? se preguntaron. Después de la exhausta reflexión se decidió que había cumplido con la justicia. Había sido condenado a la horca y había sido ahorcado, por lo que la pena ya había sido efectuada.

Pero después se procesó al verdugo por considerarlo culpable de la "vida" del Mariano Coronado. Afortunadamente para el "pobre" verdugo, el juez concluyó que había hecho bien su trabajo y que la culpa del poco afortunado hecho residía en haberlo bajado demasiado pronto de la soga. ¡Mariano Coronado fue condenado a la horca y cumplió su condena!



Willie Francis fue condenado a muerte por electrocución en el estado de Luisiana en 1945 (a los 16 años) por el asesinato de Andrew Thomas, quién era su jefe. Su caso es notable por ser el primer incidente conocido de un fallo de ejecución de electrocución en los Estados Unidos.

En su ejecución la silla eléctrica falló, los testigos de la audiencia informaron escuchar al adolescente gritar detrás de la máscara de muerte de cuero, "¡Quítenmelo! ¡Quítenmelo! ¡Déjenme respirar!" mientras aumentaba la carga letal de electricidad. Resultó que la silla eléctrica portátil conocida como la "horripilante Gertie" había sido incorrectamente instalada por un guardia de prisión.

Después del fiasco de la ejecución, Francis hizo una apelación ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, citando diversas violaciones de sus derechos. Entre ellas violaciones de igualdad de protección, doble incriminación, y castigos crueles e inusitados. Finalmente, Willie Francis fue ejecutado el 9 de mayo de 1947.

Romell Broom recibió 18 pinchazos, los verdugos no acabaron de encontrarle la vena apropiada. El reo colaboró todo lo que pudo: cambiando de postura, flexionando los brazos, abriendo y cerrando los dedos, dejándose apretar una y otra vez las gomas... Pasaban los minutos y la ansiedad crecía en la cámara de la muerte de Ohio.

Al cabo de dos horas de “ejecución” frustrada, Broom se llevó las manos a la cabeza en señal de desesperación. Finalmente, alguien se atrevió a llamar al gobernador Ted Stickland, que decidió suspender el macabro ritual por razones humanitarias.

Uno de los abogados de Broom presentó demandas en los tribunales estatales y federales diciendo que otro intento de ejecución violaría los derechos civiles de Broom. El Juez de Distrito emitió una orden de restricción temporal para posponer la ejecución por lo menos 10 días. El abogado, Tim Sweeney, también apeló a la Corte Suprema de los EE.UU. para revisar el caso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario