domingo, 31 de marzo de 2013

Los tarahumaras, los verdaderos maratonistas de México

¿Maratones de cuarenta y dos kilómetros? ESO NO ES NADA. Escondidos en las montañas de México habitan los tarahumaras, superatletas naturales que corren distancias de cien, doscientos  o trescientos veinte kilómetros SEGUIDOS corriendo dos días ininterrumpidamente para llevar cosas, comunicarse o cazar. Estos indios, observados desde hace años por etnógrafos indigenistas como Carl Lumholtz

Los tarahumaras (que no se llaman tarahumaras sino rarámuri, literalmente: la gente que va rápido) viven en Sierra Madre, la espina dorsal de México, a altitudes de hasta dos mil metros, lo que convierte sus hazañas en todavía más increíbles. Difíciles de localizar y esquivos por naturaleza, baste decir que coincidieron geográficamente con las explotaciones de minas de Chihuahua y con las cristianizaciones jesuitas y que incluso en 1648 estuvieron directamente en guerra con España. Que a nadie le extrañe pues que se hayan convertido en un pueblo desconfiado y escurridizo.

Los rarámuri no llevan un calzado especial y caminan con sencillos huaraches (sandalias) que usan para todo.  El resto de su vestimenta es muy sencilla, con blusas amplias de vivos colores, sarapes, pantalones muy cortos y cintas en el pelo. Aparte de correr por otros motivos también tienen un deporte llamado rarajipari, donde golpean con los pies una pequeña pelota de madera desde ochenta a ciento y pico kilómetros durante jornadas enteras.

Su alimentación se basa en sus cultivos de maíz (que toman molido con agua), frijoles y calabaza. Y extraen las proteínas de la carne de pollos, cabras y, muy a menudo, ratones a la brasa. También hacen una cerveza casera bastante ligera pero que toman

Atletas de muchas partes del globo acuden a competir contra atletas ya legendarios como Arnulfo Quimare o Cirildo Chacarito, ganador de la ultramaratón de cien millas (¡ciento sesenta y un kilómetros!) de Leadville (Colorado) en 1994 y de la de San Gabriel en California (de la misma distancia) en 1997. Aparte de no saber por qué empezaron a correr de esa manera, los rarámuri gozan de un gran sentido del humor, una inteligencia por encima de lo normal y son cariñosos y trabajadores. Por eso todos los corredores de fondo del mundo, después de conocerlos y tener el privilegio de correr con ellos, llegan a la misma conclusión: Impresionante.

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