martes, 15 de noviembre de 2011

El Petiso orejudo… el niño asesino

La historia del “Petiso orejudo” es una de las más escalofriantes que puedan encontrarse dentro de la criminología moderna. Este muchacho argentino, llamado Cayetano Santos Godino, comenzó su carrera criminal con tan solo 7 años de edad, escogiendo a otros niños como sus víctimas. Godino, quien además era pirómano, tuvo en vilo a toda la población de Buenos Aires de principios del siglo XX. La estremecedora vida del Pequeño orejudo, el niño asesino, ha sido llevada a la gran pantalla de mano del director madrileño Jorge Algora, bajo el título “El niño de barro”.

La infancia de Cayetano fue muy tormentosa, tal como suele ser con muchos asesinos. Su padre fue responsable de quien se convertiría en el primer asesino en serie por la historia policial argentina, alcohólico y golpeador, había contraído sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud. De hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis. Durante toda su niñez Cayetano fue víctima de fuertes golpes y maltratos realizados por su padre. La niñez de Cayetano Godino transcurrió en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurrió a varias escuelas, de donde siempre fue expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde.

Contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal, a fuerza de engaños lleva a Miguel de Paoli, de casi dos años hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas, un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos más tarde por sus respectivas madres.

Al año siguiente, Godino agrede a Ana Nera una bebe vecina de apenas 18 meses. La conduce hasta un baldío en donde la golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quien pone fin al ataque y lo detiene ―pero dada su corta edad―, es dejado en libertad esa misma noche.

En marzo de 1906 ocurre el que sería el primer asesinato de Godino, quien pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando él mismo lo confesó ante la policía. Según contó, en 1906 tomó a una niña de aproximadamente dos años llamada María Rosa Face  y la llevó hasta un terreno baldío donde intentó estrangularla. Después la enterró viva en una zanja, que cubrió con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladaron hasta el lugar pero encontraron que se había edificado una casa de dos pisos.

El 5 de abril de 1906, apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Godino fue denunciado por su padre al descubrir que había martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves.

El 9 de septiembre de 1908 llevó a Severino González Caló, a una bodega donde lo sumergió en una pileta para caballos, la cual cubrió con una tabla, para ahogar al niño de tan solo 2 años.

El 15 de septiembre, Cayetano encontró a su próxima víctima: Julio Botte, de 22 meses, a quien le quemó con un cigarrillo los párpados. La madre de Julio lo descubre, pero Cayetano logró huir.

En diciembre de ese año sus padres lo entregaron a la policía por los constantes problemas que Cayetano traía, fue trasladado a la Colonia de Menores Marcos Paz, donde permaneció por los siguientes 3 años. En 1911 vuelve a su casa por petición de sus padres, quienes le habían conseguido un trabajo en una fábrica en un inútil intento de redimirlo. Este trabajo le duró tan sólo 3 meses, y una vez de vuelta en las calles, Cayetano se había convertido en un criminal frío y tremendamente potenciado.

Comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza, los cuales le llenaban de ganas de matar, sobre todo después de embriagarse. El 17 de enero de 1912 Cayetano, que ya era conocido con el apelativo de ¨Petiso Orejudo¨, se metió en una bodega de la calle Corrientes y la incendió, pues el fuego era otra de sus obsesiones. Este incendio fue apagado en 4 horas y más tarde Cayetano declaró: “Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego”.

El 26 de enero de ese mismo año se encontró en una casa en alquiler, el cadáver de Arturo Laurora, de 13 años. El niño fue encontrado golpeado, semidesnudo y ahorcado. Si bien las investigaciones no llevaron a ninguna pista, años más tarde el Petiso Orejudo confesaría ser el autor de este crimen.


El 7 de marzo, Cayetano prendió fuego las ropas de una niña de 5 años. Reyna Bonita Vaínicoff falleció días después a causa de las quemaduras. En los meses posteriores el Petiso causó dos incendios más que fueron controlados fácilmente por los bomberos sin producir víctimas.

Cayetano consiguió trabajo en una bodega de Paulino Gómez, donde el 24 de septiembre, mató de 3 puñaladas a una yegua. No lo detuvieron por falta de pruebas. Días más tarde prendió fuego la Estación Vial de la compañía de tranvías Anglo- Argentina. El incendio fue nuevamente controlado por los bomberos.

El 8 de noviembre de 1912, Cayetano convenció a Roberto Russo por medio de engaños, a acompañarlo a una tienda donde supuestamente le compraría caramelos, llevó al niño de 2 años hasta una pradera, donde lo ató por lo pies y lo ahorcó con una cuerda. Un peón del lugar lo descubrió y lo entregó a la policía. Cayetano declaró haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando fue descubierto, fue liberado por falta de mérito.
El 16 de ese mes, golpeó a Carmen Gittone, una niña de 3 años, pero antes de llegar a mayores fue descubierto por un vigilante y Cayetano logró escapar una vez más.

El 20 de noviembre, se llevó a Catalina Naulener de 5 años, intentó arrastrarla hasta un baldío pero la niña se resistió a continuar, el petiso, totalmente descontrolado por este desaire, la golpeó, pero el dueño de una casa vecina intervino y Cayetano logró huir.

Su último crimen fue el de Gerardo Giordano, un niño de 3 años. Este sucedió el 3 de diciembre, día en que Cayetano salió de su casa con una gran determinación de matar. Luego de andar un rato por las calles, encuentra al grupo de niños jugando en la calle, al cual se unió sin problemas, pues su aspecto de tonto siempre le ayudaba a ganar la confianza de sus víctimas. Convenció al niño de acompañarlo para comprar unos centavos de caramelos. Al llegar a un lugar alejado Cayetano después de torturar a Gerardo, le dio muerte enterrándole un clavo en la sien.
Esa misma madrugada del 4 de diciembre de 1912 allanaron el hogar de los Godino y arrestaron a Cayetano. En sus bolsillos encontraron un artículo de periódico aún fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había ahorcado a Gesualdo. Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se le recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes. Allí atacó a dos pacientes: uno inválido en una cama y el otro en silla de ruedas. Después intentó huir. Lo trasladaron entonces a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras.

Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Se presume que murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos. Según otros, los policías del penal habrían comentado que Godino murió a mano de los reclusos, quienes lo golpearon hasta matarlo luego de que este matara a la mascota de los presos, un gato.

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